Vivimos en una sociedad de niños hiperestimulados, niños cuyas agendas diarias no dan opción a relajarse, simplemente sentarse a respirar o a pensar.
Por eso es importante no solo que les permitamos hacerlo diariamente en la escuela, sino que les enseñemos cómo hacerlo y la importancia de este buen hábito. Esto les evitará muchos posibles futuros problemas de estrés y les ayudará a mantener la calma, a conocer un poco mejor su cuerpo y los diferentes estados que se dan en él, a aprender a respirar y a escuchar música, con todo lo positivo que eso conlleva.
Numerosos estudios, como los realizados acerca del llamado Efecto Mozart, cuentan cómo puede influir escuchar buena música en la concentración de cualquier persona y más en la de un niño.
Por eso hemos creído conveniente dedicar cinco minutos diarios a relajación, especialmente aquellos momentos del día en que estén más alterados y en que necesitemos su mayor grado de concentración.
Esta relajación puede llevarse a cabo simplemente escuchando música, escuchar mientras se visualizan ciertas imágenes y sus diferentes colores, escuchar realizando pequeños ejercicios que les permitan tomar conciencia de la respiración, etc.
En general, cualquier tipo de música clásica es buena para la relajación, en especial aquellos tempos que sean más calmados y aquellos instrumentos de timbre más dulce como el arpa, el violín o el violonchelo.
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